En los últimos meses se ha hablado y debatido mucho sobre la efectividad de la enseñanza y el aprendizaje en remoto, de los entornos de enseñanza-aprendizaje virtuales, de los cursos on line, del e-learning…, un contexto que, sin duda, nos ha servido para reflexionar sobre la competencia digital, la tremenda y manifiesta brecha digital y, en general, sobre un sistema educativo que, a todas luces, parece estar pidiendo a gritos una profunda reforma.
Aunque nos encantaría escribir largo y tendido sobre estos últimos asuntos, en esta entrada vamos a centrarnos en compartir contigo, lector, algunas de las conclusiones que nuestro equipo docente ha extraído de los casi tres meses de videoconferencias, video-tutorías, whatsapps interminables y largas noches en vela ¿te animas a reflexionar en voz alta con nosotros?
Gracias a las videoconferencias, aquellos estudiantes que han podido seguirlas por contar con los medios necesarios se han sentido acompañados en un momento especialmente complicado. Al abrir las pantallas de nuestros dispositivos, de alguna manera también hemos abierto las puertas de nuestras casas, consiguiendo así un clima de comunidad familia-escuela sin precedentes. Las clases on line nos han servido de vía de escape para desconectar, socializar, ponernos al día, aprender nuevos conocimientos y habilidades pero, sobre todo, han conseguido estrechar lazos emocionales entre profesores y alumnos.
El hecho de tener clases en línea programadas y fechas de entrega de tareas nos ha ayudado a mantener una rutina de trabajo, el cerebro activo y la mente distraída. Asimismo, enfrentarse a una situación de aprendizaje novedosa y sin precedentes ha desarrollado nuevas habilidades en muchos de nosotros, como una mayor capacidad de resiliencia, una mayor flexibilidad mental, creatividad y autonomía.
En lo tocante a la competencia digital, estas semanas han supuesto la mejor formación en TIC posible. La apremiante necesidad por dar soluciones factibles y rápidas a una situación educativa nunca antes vista ha llevado a muchos docentes a pasar de un nivel de competencia digital prácticamente inexistente a un nivel avanzado. El escenario vivido nos ha hecho darnos cuenta de la necesidad de trabajar la competencia digital en contexto y de repensar las herramientas y estrategias de aprendizaje que se venían empleando en las aulas presenciales para trabajar y desarrollar esta competencia.
Otro de los múltiples aspectos positivos que han tenido las videoconferencias es que, en la mayoría de los casos, los alumnos han estado mucho más concentrados durante las sesiones al no tener tantas distracciones como en el aula presencial. Por lo general, muchos se han sentido más cómodos, menos estresados y más relajados al poder trabajar desde sus escritorios o la comodidad de su sofá lo que, en consecuencia, se ha traducido en una mejor predisposición para el aprendizaje. No obstante, no todo lo que reluce es oro y, como veremos en la sección de retos por abordar que más abajo se detalla, no todos los hogares cuentan con los medios necesarios para asegurar un aprendizaje óptimo desde casa.
Sobre el material empleado para las sesiones en línea cabe decir que, por lo general, la tendencia ha sido a utilizar recursos más visuales y dinámicos que resultan más atractivos y motivadores para el alumnado. El contenido de las sesiones en este modelo de enseñanza-aprendizaje está mucho más personalizado y diferenciado, lo que incide muy positivamente en la consolidación de conceptos y contenidos.
Desde el punto de vista del aprendizaje de segundas lenguas, las videoconferencias han ayudado tremendamente a los estudiantes a mejorar su comprensión auditiva, pues se ha practicado en un entorno más interactivo, con más “obstáculos” para la escucha y en el que el que la presencia del lenguaje no verbal es prácticamente inexistente.
En lo que a producción escrita se refiere, los alumnos han trabajado esta destreza de una manera más concienzuda y exhaustiva, empleando herramientas digitales completamente novedosas que les han ayudado en las diferentes fases del proceso de escritura y de autoevaluación.
En general, el balance ha sido bastante positivo, aunque, claro está, no podemos olvidarnos de aquellos aspectos aún por mejorar o los retos que plantea este modelo de enseñanza-aprendizaje y que, a continuación, pasamos a describir.
Retos y propuestas de mejora
Como adelantábamos en el apartado anterior, no todos los estudiantes cuentan con un espacio de estudio ergonómico para poder seguir las videoconferencias en directo o con los medios técnicos para acceder al aula virtual o descargarse lo materiales.
En nuestro caso concreto, nos hemos encontrado con hermanos que solamente tenían un dispositivo en el hogar, lo que nos ha obligado a programar las sesiones de manera que las videoconferencias no se les solapasen y todos pudieran asistir. No obstante, lo bueno que ofrece emplear plataformas de videoconferencia como Skype o Zoom es que es posible grabar las sesiones y compartirlas posteriormente con aquellos alumnos que no han podido asistir a las clases en tiempo real.
Por otro lado, hemos percibido que las sesiones en línea agotan más, pues requieren una atención más continuada y un esfuerzo ocular mayor. Tal vez, una posible solución a este problema pase por hacer sesiones en línea más cortas y con menos asistentes para así favorecer una mejor atención.
Los libros de texto han perdido protagonismo en favor de los contenidos digitales interactivos y las presentaciones multimodales. En muchos casos, los manuales de texto se han empleado como material de refuerzo y consolidación de contenidos que los estudiantes han trabajado de manera autónoma.
Algo que vemos con especial preocupación es que el componente afectivo es más difícil de trabajar en el modelo de enseñanza en línea. Los niños necesitan moverse, socializar, tocar, experimentar…, y el modelo e-learning presenta limitaciones en este sentido, pues no hay contacto directo con los niños, el lenguaje no verbal es más limitado y los recursos que se pueden emplear no son tan manipulativos como los del aula presencial. Para paliar estas deficiencias, lo ideal es recurrir a las actividades en tiempo real que se realicen por videoconferencia y en las que el docente emplee imágenes evocadoras, sonidos, actividades que impliquen movimiento o la realización de talleres prácticos en los que los estudiantes tengan que hacer, manipular, tocar, sentir…, con objetos de su entorno.
De cara al próximo curso 20/21 sería interesante elaborar una programación blended que aúne modelo presencial y en línea y que incorpore herramientas y recursos digitales complementarios a las videoconferencias, con el fin de facilitar el trabajo autónomo y potenciar el aprendizaje colaborativo. También habrá que programar teniendo en cuenta la limitación de la capacidad de atención y diseñar material que facilite procedimientos de (auto)evaluación alternativos a los tradicionales. Asimismo, no podemos olvidarnos de la creciente brecha digital, de las particularidades de cada hogar o de la excepcional situación social, económica y sanitaria por la que atraviesa nuestro país.
¡Un reto, sin duda, que esperamos abordar con ilusión y creatividad con la inestimable ayuda de nuestros alumnos y sus familias, piezas fundamentales en este rompecabezas!